miércoles, 19 de agosto de 2009

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Aspecto Legal de la Causa

Estrago Doloso (Art 186 Inciso 5º del Código Penal): "El que causare incendio será reprimido con reclusión o prisión de 8 a 20 años si el hecho fuere causa de la muerte de alguna persona."
Estrago Culposo (Art 189 del Código Penal): "Será reprimido con prisión de un mes a un año, el que, por imprudencia o negligencia, por impericia en su arte o profesión o por inobservancia de los reglamentos u ordenanzas, causare un incendio u otros estragos. Si el hecho u omisión culpable pusiere en peligro de muerte a alguna persona o causare la muerte de alguna persona,
el máximo de la pena podrá elevarse hasta cinco años.."
Al leer la citación de estos artículos del Código Penal, nos dimos cuenta que al chico que encendió la candela le corresponde hasta cinco años de prisión. No le corresponde el dolo, porque no tuvo la intención de causar el incendio, y eso está muy claro. ¿Cómo se llega, entonces, a culpar a Callejeros por el incendio? En primer lugar, se habla de “incentivo”.

Y acá caemos en el primer ERROR: Tomar una actitud pasiva como incentivo es algo equivocado. Yo incentivo cuando incito a alguien a hacer algo, pero si ese alguien ya tenía la costumbre de hacer algo, no censurar esa acción no es lo mismo que incentivar. Si el público de rock prendía bengalas hace siete u ocho años, no pueden decir que el que no censuró esa costumbre hace tres o cuatro años sea responsable de incentivar dicha costumbre. El fenómeno de las bengalas no era exclusivo de Callejeros, ni nació con Callejeros. Alguien desinformado podría pensar que las bengalas en el rock comenzaron porque algún músico sugirió su uso, pero no fue así, en realidad fue algo parecido a una herencia. Del fútbol al rock. Este modo “festivo” comenzó por cuenta del público, porque a algunos se les ocurrió y otros lo imitaron. Una de las madres, que perdió un hijo en la tragedia, culpa a Callejeros por el incendio y sostiene que a su hijo, “la mamá del cantante le dio una bengala”, cosa que no es verdad; pero suponiendo que lo sea, de sus dichos se desprende que su hijo, de 24 años de edad a la fecha de la tragedia, no tenía la culpa de prender bengalas, sino que la culpa era del cantante, APENAS UN AÑO MAYOR QUE EL, por no educarlo. Siempre sostuvimos que, la bengala no es ni por asomo el factor fundamental de la tragedia, el lugar fue la diferencia entre la vida y la muerte. Es necesaria, igualmente, una reflexión al respecto. No es tan fácil matar a 194 personas con una bengala. Pero sí es fácil matar a 194 personas con un lugar que tiene paneles de un material que desprende un derivado del cianuro conocido como “ácido cianhídrico”, y con un candado en una de las salidas. En cuanto a los paneles, creemos que es necesario informar algo que en los medios NO SE DICE. El gerenciador del lugar, coloco esos paneles suspendidos en una media sombra, en vez de colocarlos pegados al techo, como debería haberse hecho. ¿Para qué? Muy simple, si en algún momento él trasladaba sus espectáculos a otro lugar, podía llevarse sus paneles acústicos y, de esta forma, AHORRAR PLATA. Los paneles pegados al techo, NO SE HUBIERAN ENCENDIDO, Y LA TRAGEDIA NO HUBIERA SUCEDIDO.
Quienes siguen sosteniendo que todo se debió a una bengala, son los que se quedaron con el pensamiento estancado, los que no les importa fijarse en los detalles, los que no tienen ganas de reflexionar: la opinión pública. Opinión pública que le echa la culpa a un cantante por una bengala que estaba en la mano de otro, y que no se da cuenta de que si el lugar no hubiese sido mortal, nada hubiera pasado. Si se dice que la banda es líder, y que los chicos hacen todo lo que la banda les dice, ¿entonces por qué no dejaban de tirar bengalas, cuando desde arriba del escenario el supuesto líder se lo pedía? O sea, si el que comete una acción no tiene la culpa, entonces podemos encontrar responsables en todos lados. Si el dueño del lugar no tiene responsabilidad por las condiciones del lugar, condiciones mortales que él mismo produjo, entonces ¿quién la tiene? Si el lugar funcionaba sin habilitación y sin ser inspeccionado y la culpa no la tienen los organismos de control ¿quién la tiene? Por otro lado, como prueba o argumento figura que Callejeros era la banda más bengalera (o de público más bengalero) del rock local. Eso quiere decir que si en Cromañón esa noche le hubiera tocado la desgracia a una banda menos bengalera (o sea, menos
de 40 bengalas por shows) entonces ¿no apuntarían contra esa banda? (No lo creemos) La noche del 30, se prendieron 3 o 4 bengalas nada más. En realidad, bastó con que sólo una candela se prendiera. ¿Tiene algo que ver que anden contabilizando cuantas bengalas por show tenía cada banda? Por otra parte, y para finalizar con el tema de las bengalas (lamento que se le dé más importancia de la que tiene) mucha gente hace una pregunta que le parece reveladora: ¿Que hubiera pasado si no se prendían bengalas? Es muy sencillo: toda la mierda que envolvía a Cromañón estaría oculta bajo la alfombra, esperando por otra chispa, por otra banda, por otro público, y la seguridad de los chicos dependería del azar. ¿Eso es lo que quieren? El desenlace fatal de las 194 víctimas era casi lógico con las condiciones de seguridad de TODOS los boliches. Podría haber pasado antes (de hecho, pasó antes y pasó después, en éste y otros ámbitos) o podría haber sido después, pero no hay que olvidar que si esto pasó es porque las condiciones de seguridad eran precarias. Esto no pasó sólo porque alguno prendió una bengala. Esto no pasó porque alguien, en algún momento, dijo una palabra de más o de menos, o le imprimió un tono de desgano a sus advertencias. Esto pasó porque las condiciones de seguridad eran precarias, ahí como en cualquier otro boliche, geriátrico, fábrica textil, con el agregado de un techo que emitió un derivado del cianuro. (Se incendian centros comerciales, mueren bolivianos en condiciones de esclavitud, mueren abuelos en geriátricos, y ninguno de ellos prendió una bengala. La bengala no es igual a la muerte, el lugar sí)


“SE DICE QUE...”
Se dice que había 5000 o 6000 personas. Citamos un punto de la causa:
37- Daniel Vicente JIMÉNEZ (fs. 2643/7), en representación de “SADAIC”, explicó que según el conteo que realizó el 30 de diciembre de 2004 en la puerta del boliche, ingresaron al lugar 2.811 personas, sin contar los invitados. Esta es la UNICA persona que se tomó el trabajo de contar a las personas. Su trabajo era ése. Si algún testigo dice “para mí que había 5000”, no se le puede dar crédito, por ser una simple apreciación que choca contra la palabra de alguien que contó persona por persona. Se dice que los invitados eran casi 200, por lo que se desprende que había alrededor de 3000 personas. Si la habilitación decía “1087”, porque tendría que haber un metro cuadrado por persona, era porque ésa era una habilitación para local bailable y no para recitales, cosa que Callejeros no podía saber porque allí todo el año se realizaron recitales y nunca funcionó como local bailable. En los recitales se usa hasta tres personas por metro cuadrado según la legislación. Eso es lo que se usó con los Rolling Stones, por ejemplo. O sea, que si la habilitación de Cromañón decía que el lugar disponía de 1087 metros cuadrados, según lo que debería haber calculado Callejeros, en el lugar entraban supuestamente 3261 personas. Si uno abría el diario podía leer que Chabán decía que en el lugar entraban 4000. Los periodistas no lo dudaron y lo publicaron. Chabán y sólo Chabán podía saber que el lugar no estaba habilitado para recitales. Todo el mundo supuso que lo que decía este hombre era verdad, que entraban 4000 personas, y nadie lo negó. ¿Porque irían a desconfiar los Callejeros de la capacidad y del rubro del local? En el suplemento “Si!” de Clarín salía publicidad de recitales en República Cromañón, todas las semanas, a la vista de todos. ¿Por qué desconfiaría Callejeros de que el lugar no estaba habilitado? ¿Por qué desconfiaría de la capacidad? Incluso mandaron a imprimir 500 tickets menos de los que les dijeron. Según la causa: --- Declaración de ARGAÑARAZ (el manager en ese momento): “En la “Usina” (Córdoba) cuando hicieron un recital, fueron unos inspectores municipales, midieron el predio y, así, los autorizaron a vender cierta cantidad de entradas, las que eran selladas por esos inspectores. Para determinar esa cantidad se efectuó el siguiente cálculo: cuatro personas por metro cuadrado, lo que no le pareció ilógico”. O sea que tenía conciencia de la cantidad de gente que puede entrar en un lugar. --- Según los inspectores cordobeses, en Cromañón hubieran entrado 4348 personas. En fin, podrán decirse muchas cosas, podrán repartir responsabilidades a mansalva, pero la diferencia entre la vida y la muerte fue, es, y siempre será el lugar en donde ocurra el incendio. Cromañón no hubiera sido lo mismo sin las modificaciones de Chabán. Chabán mismo dijo en la entrevista que “Cromañón nunca debería haber estado habilitado.” Se pueden pasar la vida culpando a una bengala, pero la bengala no mata como el cianuro. Podrán decir que Cromañón ya se había incendiado dos veces, y que eso lo sabía Callejeros, pero desde ese punto de vista, no habría que ir más a Unicenter, porque también se incendió dos veces. Por fortuna, las dos veces que se incendió Cromañón, se pudo evacuar sin problemas, lo que podía ser un antecedente de que el lugar era “seguro”.
Podrán hablar de apología, de incentivo, de incitación, de estímulo, pero si los responsable de algo se desprenden así de su responsabilidad, entonces los mismos Callejeros podrían acusar incentivo por parte de las bandas de las que fueron público o de las bandas que los superan en trayectoria y que no censuraron la pirotecnia antes que ellos. Podrán fantasear con que detener un show era muy fácil, que era parar de cantar y ya. ¿Pero de qué hubiera servido? Si alguien prende bengalas en todos los recitales a los que va, y en uno sólo le dicen que no, ¿entonces va a terminar con la costumbre? ¿Y cómo tomarían la suspensión de un show 3000 personas, por culpa de 50? ¿Alguien que pagó por su entrada y se tomó dos colectivos para llegar, reaccionaría
pacíficamente? ¿Se acaba la violencia cuando se suspende un partido de fútbol? Los que se divierten prendiendo bengalas en todos los shows, ¿van a comportarse bien en un sólo recital y no en los otros? ¿O la cuestión era que no pase con Callejeros, y no importaba con el resto?

Ciro, cantante de Los Piojos, dijo en un show en Obras en el 99: “yo sé que en este tema (Maradó) suelen prender bengalas, pero si lo hacen, se perderán las hermosas imágenes (los goles del Diego en las pantallas gigantes)”. Imagínense qué hubiese pasado si esta tragedia le hubiese ocurrido a Los Piojos, lo hubieran señalado a Ciro por “incentivar” a prender bengalas. Lo mismo, de cualquier banda se puede buscar en los audios y extraer algún pequeño fragmento entre miles de horas de grabación que los ponga en el lugar de culpables por el fuego que no encendieron. ¿Nadie va a respetar el dolor de Callejeros?
Claro, se le pone medida al dolor. “Uno no puede saber lo que es perder un hijo” Pero los Integrantes del grupo Callejeros perdieron familiares, perdieron amigos, perdieron a su gente, a su público. “Uno no puede saber que es perder por ciento noventa y cuatro.” Hay que ser muy injusto para ponerle medida al dolor, para creer que una madre no cuenta, que un amigo no cuenta, que la gente de ahí abajo del escenario no cuenta, que una novia no cuenta, y que lo único que cuentan son los hijos... O será que “a mi me duele más”, entonces el dolor del otro no cuenta al lado del mío. ¿Cómo puede saber del dolor del otro? ¿Por qué no respetar el dolor del otro? Podrán decirse muchas cosas, pero no se puede ignorar que la diferencia entre la vida y la muerte fue el lugar. No fue una mala conjugación verbal, ni una frase sin pensar, fue el lugar. Los integrantes del Grupo Callejeros son SOBREVIVIENTES de la tragedia. Los integrantes del Grupo Callejeros son familiares de las víctimas de la tragedia. No pueden hablar de dolor. No pueden hablar de la intención de provocar un incendio. Se puede decir que “todos somos responsables.” Si creemos que el público es responsable (aunque no creemos que todo el público), pero la mejor autocrítica es no comportarse más como lo hacíamos
antes. Lo bueno es que ya no hay bengalas, lo bueno es que hubo un cambio; esperemos que ese cambio dure. Esa es la mejor autocrítica, aprender a cuidarse.


Sobrevivientes de la tragedia Cromañón !

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